jueves, 17 de octubre de 2013

Ice Queen


Voluntariamente, cada día dejamos que sus lazos congelados y magnéticos atrapen nuestros sentidos, privándonos del
mundo real existente más allá de nuestras
puertas. Nos dejamos cegar por su penetrante luz y aún siendo conscientes en plenitud de dicha trampa, nos dejamos atrapar por sus finas, delgadas y largas patas. Estamos pegados y se acerca a nosotros muy lentamente. Nuestros corazones siguen latiendo, presas de la incertidumbre. Sabemos que podemos liberarnos y volar libres en el cielo azulado mojado de nubes espumosas; y sin embargo seguimos bajo sus hipnóticos ojos. Su belleza increíble y marmórea no nos permite ver mas allá de sus ojos y percibir el peligro, aunque lo sospechamos: de alguna forma inconsciente percibimos la amenaza escondida detrás de los encantos de la complacencia.
Es cuestión de cerrar los ojos y abrir la mente. ¿Cuándo hemos dejado de oír nuestros latidos? 

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